Nuevo Testamento
Lecturas Matrimonio
LECTURAS DEL NUEVO
TESTAMENTO
1.Lectura de la carta del Apóstol San
Pablo a los Romanos: 8, 31b-35. 37-
39
Hermanos: Si Dios está con nosotros,
¿quién estará contra nosotros? El que
no perdonó a su propio Hijo, sino que lo
entregó a la muerte por nosotros,
¿cómo no nos dará todo con Él?
¿Quién acusará a los elegidos de Dios?
Dios es el que justifica. ¿Quién
condenará? ¿Será acaso Cristo que
murió, más aún, resucitó y está a la
derecha de Dios, y que intercede por
nosotros? ¿Quién podrá apartarnos del
amor de Cristo?, ¿la aflicción?, ¿la
angustia?, ¿la persecución?, ¿el
hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?,
¿la espada?. Pero en todo esto
vencemos fácilmente por Aquel que nos
ha amado. Pues estoy convencido de
que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni
principados, ni presente, ni futuro, ni
potencias, ni altura, ni profundidad, ni
criatura alguna, podrá apartarnos del
amor de Dios manifestado en Cristo
Jesús, Señor Nuestro.
2. Lectura de la carta del Apóstol San
Pablo a los Romanos: 12, 1-2. 9-18
Hermanos: Os exhorto, por la
misericordia de Dios, a presentar
vuestros cuerpos como hostia viva,
santa, agradable a Dios; éste es
vuestro culto razonable. Y no os
ajustéis a este mundo, sino
transformaos por la renovación de la
mente, para que sepáis discernir lo que
es voluntad de Dios, lo bueno, lo que le
agrada, lo perfecto. Que vuestra
caridad no sea una farsa: aborreced lo
malo y apegaos a lo bueno. Como
buenos hermanos, sed cariñosos unos
con otros, estimando a los demás más
que a uno mismo. En la actividad, no
seáis descuidados, en el espíritu
manteneos ardientes. Servid
constantemente al Señor. Que la
esperanza os tenga alegres: estad
firmes en la tribulación, sed asiduos en
la oración. Contribuid en las
necesidades del Pueblo de Dios;
practicad la hospitalidad. Bendecid a los
que os persiguen; bendecid, sí, no
maldigáis. Con los que ríen estad
alegres; con los que lloran, llorad.
Tened igualdad de trato unos con otros:
no tengáis grandes pretensiones, sino
poneos al nivel de la gente humilde. No
presumáis de listos. No devolváis a
nadie mal por mal. Procurad la buena
reputación entre la gente. En cuanto
sea posible, por vuestra parte, estad en
paz con todo el mundo.
3. Lectura de la primera carta del
Apóstol San Pablo a los Corintios: 6,
13c-15a. 17-20.
Hermanos: El cuerpo no es para la
fornicación, sino para el Señor; y el
Señor para el cuerpo. Dios, con su
poder, resucitó al Señor y nos
resucitará también a nosotros. ¿No
sabéis que vuestros cuerpos son
miembros de Cristo? El que se une al
Señor es un espíritu con El. Huid de la
fornicación. Cualquier pecado que
cometa el hombre queda fuera de su
cuerpo. Pero el que fornica peca en su
propio cuerpo. ¿0 es que no sabéis que
vuestro cuerpo es templo del Espíritu
Santo? El habita en vosotros, porque lo
habéis recibido de Dios. No os poseéis
en propiedad, porque os han comprado
pagando un precio por vosotros. Por
tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro
cuerpo!
4.Lectura de la primera carta del
Apóstol San Pablo a los Corintos: 12,
31-13, 8a
Hermanos: Ambicionad los carismas
mejores. Y aún os voy a mostrar un
camino mejor. Ya podría yo hablar las
lenguas de los hombres y de los
ángeles; si no tengo amor, no soy más
que un metal que resuena o unos
platillos que aturden. Ya podría tener el
don de predicación y conocer todos los,
secretos y todo el saber; podría tener
una fe como para mover montan-as;
sino tengo amor, no soy nada. Podría
repartir en limosnas todo lo que tengo y
aun dejarme quemar vivo; si no tengo
amor, de nada me sirve. El amor es
comprensivo, el amor es servicial y no
tiene envidia; el amor no presume, ni se
engríe; no es mal educado ni egoísta;
no se irrita, no lleva cuentas del mal; no
se alegra de la injusticia, sino que goza
con la verdad. Disculpa sin límites, cree
sin límites, espera sin límites, aguanta
sin límites. El amor no pasa nunca.
5. Lectura de la carta del Apóstol San
Pablo a los Efesios: 5, 2ª. 21-23
Hermanos: Vivid en el amor, igual que
Cristo nos ha amado y se ha entregado
por nosotros. Sed sumisos unos a otros
con respeto cristiano. Las mujeres, que
se sometan a sus maridos como al
Señor; porque el marido es cabeza de
la mujer, así como Cristo es cabeza de
la Iglesia, él que es salvador del cuerpo.
Pues como la Iglesia se somete a
Cristo, así también las mujeres a sus
maridos en todo. Maridos, amad a
vuestras mujeres como Cristo amó a su
Iglesia, El se entregó a si mismo por
ella, para consagrarla, purificándola con
el baño del agua y la palabra, y para
colocarla ante si gloriosa, la Iglesia, sin
mancha ni arruga ni nada semejante,
sino santa e inmaculada. Así deben
también los maridos amar a sus
mujeres, como cuerpos suyos que son.
Amar a su mujer es amarse a sí mismo.
Pues nadie, jamás, ha odiado su propia
carne, sino que le da alimento y calor,
como Cristo hace con la Iglesia, porque
somos miembros de su cuerpo. «Por
eso abandonará el hombre a su padre y
a su madre, y se unirá a su mujer, y
serán los dos una sola carne.» Es éste
un gran misterio; y yo lo refiero a Cristo
y a la Iglesia. En una palabra, que cada
uno de vosotros ame a su mujer como a
sí mismo, y que la mujer respete al
marido.
6. Lectura de la carta del Apóstol San
Pablo a los Colosenses: 3, 12-17
Hermanos: Como pueblo elegido de
Dios, pueblo sacro y amado, sea
vuestro uniforme: la misericordia
entrañable, la bondad, la humildad, la
dulzura, la comprensión. Sobrellevaos
mutuamente y perdonaos, cuando
alguno tenga quejas contra otro. El
Señor os ha perdonado: haced vosotros
lo mismo. Y por encima de todo esto, el
amor, que es el ceñidor de la unidad
consumada. Que la paz de Cristo actúe
de árbitro en vuestro corazón: a ella
habéis sido convocados, en un solo
cuerpo. Y celebrad la Acción de
Gracias: la Palabra de Cristo habite
entre vosotros en toda su riqueza;
enseñaos unos a otros con toda
sabiduría; exhortaos mutuamente.
Cantad a Dios, dadle gracias de
corazón, con salmos, himnos y cánticos
inspirados. Y todo lo que de palabra o
de obra realicéis, sea todo en nombre
de Jesús, ofreciendo la Acción de
Gracias a Dios Padre por medio de él.
7. Lectura de la primera carta de San
Pedro: 3, 1-9
Mujeres, sed sumisas a vuestros
maridos para que, si incluso algunos no
creen en la Palabra, sean ganados no
por palabras, sino por la conducta de
sus mujeres, al considerar vuestra
conducta casta y respetuosa. Que
vuestro adorno no esté en el exterior:
en peinados, joyas y modas, sino en lo
oculto del corazón, en la
incorruptibilidad de un alma dulce y
serena: esto es precioso ante Dios. Así
se adornaban en Dios, siendo sumisas
a sus maridos; así obedeció Sara a
Abraham, llamándole señor. De ella os
hacéis hijas cuando obráis bien, sin
tener ningún temor. De igual manera,
vosotros, maridos, en la vida común,
sed comprensivos con la mujer que es
un ser más frágil, respetándolas, ya que
son también coherederas de la gracia
de la Vida, para que vuestras oraciones
no encuentren obstáculo. Procurad
todos tener un mismo pensar y un
mismo sentir: con afecto fraternal, con
ternura, con humildad. No devolváis mal
por mal o insulto por insulto; al
contrario, responded con una bendición,
porque vuestra vocación mira a esto: a
heredar una bendición.
8. Lectura de la primera carta del
Apóstol San Juan: 3, 18-24
Hijos míos, no amemos de palabra ni
de boca, sino con obras y según la
verdad. En esto conocemos que somos
de la verdad, y tranquilizaremos nuestra
conciencia ante El, en caso de que nos
condene nuestra conciencia, pues Dios
es mayor que nuestra conciencia y
conoce todo. Queridos, si la conciencia
no nos condena, tenemos plena
confianza ante Dios y cuanto pidamos
lo recibiremos de El, porque guardamos
sus mandamientos y hacemos lo que le
agrada. Y este es su mandamiento:
Que creamos en el nombre de su Hijo,
Jesucristo, y que nos amemos unos a
otros tal como nos lo mandó. Quien
guarda sus mandamientos permanece
en Dios y Dios en él; en esto
conocemos que permanece en
nosotros: por el Espíritu que nos dio.
9. Lectura de la primera carta del
Apóstol San Juan: 4, 7-12
Queridos hermanos: Amémonos unos a
otros, ya que el amor es de Dios, y todo
el que ama ha nacido de Dios y conoce
a Dios. Quien no ama no ha conocido a
Dios, porque Dios es Amor. En esto se
manifestó el amor que Dios nos tiene:
en que Dios envió al mundo a su Hijo
único para que vivamos por medio de
él. En esto consiste el amor: no en que
nosotros hayamos amado a Dios, sino
en que El nos amó y nos envió a su Hijo
como propiciación por nuestros
pecados. Queridos, si Dios nos amó de
esta manera, también nosotros
debemos amarnos unos a otros. A Dios
nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos
unos a otros, Dios permanece en
nosotros y su amor ha llegado en
nosotros a su plenitud.
10. Lectura del libro del Apocalipsis:
19, 1. 5-9a
Yo, Juan, oí en el cielo como un gran
ruido de muchedumbre inmensa que
decía: -Aleluya. La salvación y la gloria
y el poder son de nuestro Dios. Y salió
una voz del trono que decía: -Alabad a
nuestro Dios todos sus siervos y los
que le teméis, pequeños y grandes. Y oí
como el ruido de muchedumbre
inmensa y como el ruido de grandes
aguas y como el fragor de fuertes
truenos. Y decían: -Aleluya. Porque ha
establecido su reinado el Señor, nuestro
Dios Todopoderoso. Con alegría y
regocijo démosle gloria, porque han
llegado las bodas del Cordero, y su
Esposa se ha engalanado y se le ha
concedido vestirse de lino deslumbrante
de blancura -el lino son las buenas
acciones de los santos-. Luego me dice:
-Escribe: Dichosos los invitados al
banquete de bodas del Cordero.
LECTURAS SACRAMENTOS